Vergüenza. No lo acompaño de ajena porque en este fregado hemos pisado todos. Hasta el mismísimo corvejón. Los españoles, los catalanes y los que se consideran ambas cosas (sí, alguno habrá).
Lo del 1-O fue similar a cuando se forma un corrillo a las
puertas de un tanatorio. Entre lloros, los familiares se abrazan y se dan golpes de pecho a la vez que se escucha: “joder,
a ver si nos vemos en otros sitios, que solo nos juntamos cuando pasa alguna
desgracia”. Pues mira, a ver llamado antes de que sucediera lo inevitable. Si
solo nos juntamos cuando hay una muerte de por medio será porque cuando lo que
se respira es vida, ambos pasamos olímpicamente.
En la noche del 1 de octubre, la madrileña y castiza Puerta
del Sol se abarrotó de gentío gritando libertad y solidarizándose con el pueblo
catalán sin Messis ni Cristianos de por medio. Vale, esa misma mañana, y en
zonas colindantes, se había cantado el bonito e instructivo Cara al sol con Esperanza Aguirre como
testigo en una muestra más de cómo el sentimiento patriota en nuestro país se
asocia directamente con una parte de la sociedad casposa, rancia abolengo y
facha. Porque aunque luzcas bandera de España sin aguiluchos de por medio a
muchos se le revuelven las tripas solo de pensar en quién la izaba en tiempos
de dictadura vil, infame y despreciable.
De este 1-O, me quedo con dos palabras: democracia y
orgullo. Pero, lamentablemente, de ninguna de ellas en su mejor versión. Vamos con la primera:
Democracia
Unos y otros han llevado a cabo sus acciones en nombre de la
Democracia y se nos llena la boca con cada una de las letras que forman la
palabra. Pues miren señores, la democracia no soporta palos a discreción ni
ultrajes a su esencia. Eso tiene un nombre y es traición. Puñalada trapera. Estoy
de acuerdo en que para conseguir cosas hay que dejar otras en el camino pero no
todo vale. Se me revuelven las entrañas al ver como charlatanes vividores de verborrea
aclaman legalidad y orden a base de porrazos y patadas. Pero también se me parte
el alma a ver como fanáticos y resentidos confunden términos democráticos tan básicos
y cruciales en un país (todavía país) en el que, no hace tanto, mis abuelos
tuvieron que alimentarse a base de lindos gatitos para sobrevivir mientras unos
desalmados cortaban todas las libertades tirando de represión y miseria.
Entonces, todos estábamos igual de jodidos y me juego el
cuello a que cualquiera hubiera compartido un mendrugo de pan o pañuelo de
lágrimas más allá de la comunidad autónoma en la que viviera. Porque sí, para
mí la democracia actual tiene muchas carencias pero una esencia que reside en
buscar el bien común y pensar en el que se sienta enfrente o al lado. El despotismo
está de más y el soberanismo desafiante y el narcicismo sobreactuado que lo representan son solo muestras de una inoperancia extrema
de quiénes los lideran.
El referéndum fue ilegal sí pero lo que más llama la
atención es que, por el camino, perdió la esencia de su propio nombre. Otra vez,
manipulación de conceptos. Un referéndum debe estar abierto a todas las posturas,
incluso para la gente que quería votar NO y, al final, se convirtió en una
demostración independentista en exclusiva en la que la “otra” parte no se
sentía para nada representada. Sí, algunos fueron a votar y, al contrario de
encontrar problemas, recibieron un aplauso pero, admitámoslo, según estaba
montado el cotarro, simplemente, sobraban. Pero digo yo: entonces ¿de qué narices sirve
todo esto? Aclamas por un derecho y en la base de ese derecho no hay sitio para
todos. De verdad, ponemos un circo y nos crecen los enanos.
Orgullo
Y aquí llegamos a la otra palabra protagonista de artículos
y tuits: orgullo. ¿De qué? ¿De ver cómo el delegado repelente y el chulito de
la clase han quedado a la salida a partirse los morros? Entiendo que el pueblo
catalán esté orgulloso de los millones de personas que ocuparon calles y
colegios pero dejad que os diga que no se vio a Puigdemont compartiendo codazos con “su pueblo” y aguantando los golpes. El votó pero se fue corriendo a
esconderse en su madriguera mientras que los ciudadanos recibían porrazos y
protegían las urnas con sus propios cuerpos. Lo que viene siendo tirar la
piedra y esconder la mano. Algunos espabilados decían que se utilizarían niños
y ancianos para evitar que los policías entraran en los colegios (¡qué
verdadera barbaridad!) pero lo que sí hizo el president es utilizar a su ejército de soldaditos de plomo para
hacerle el trabajo sucio. Si tanto se identifican con su sociedad que salgan a
la calle a luchar junto a ellos.
Y ¿qué me decís del otro bando? Abogando a la violencia con
una legión desmedida sembrando el terror con un listado de agresiones digno de
sociedades totalmente desquebrajadas y corruptas en las que la única forma de
mostrar el poder es a base de golpes. Mientras, un ser sin razón, ética,
liderazgo, carisma y amor propio; maneja los hilos de una situación que se le
ha ido de las manos, en gran parte, gracias a su total inutilidad como político
y Presidente del Gobierno. Lamentable. No quisiste escuchar, te duelen los
oídos cuando no te dicen lo que quieres oír y su solución es tapar bocas
utilizando las Fuerzas de Seguridad del Estado. Una “élite de profesionales” a
los que pagamos todos.
De verdad, qué espectáculo más lamentablemente. Y ¿por qué? Porque
un puñado de políticos quieren lograr la excelencia personal utilizando a sus
súbditos. Porque no es que no quieran, es que no pueden establecer un diálogo,
sencillamente, porque son una panda de ineptos sin principios decidiendo sobre
nosotros. ¡GRACIAS, pero todos los ciudadanos que habitamos este territorio nos merecemos mucho más por los que estuvieron, por los que están y por lo que estarán!
Para quitarle hierro al asunto, hablaré un poquito de moda a partir de lo más cómico en toda esta historia: el barco de Piolín y cía varado en el puerto de Barcelona.

Este es el ejemplo básico: algodón pasadillo de tanto lavado cuasi transparente (fíjate que se ve hasta la percha a contraluz: ese es el punto perfecto) y dos tallas más de la tuya: una porque la compraste así, otra porque de tanto tenderla se ha estirado de las puntas y de tanto ponértela el cuello se ha dado de sí. Algo muy importante también es que el dibujo se vaya desbaratando poco a poco. Que se vayan levantando pedazitos. Una orejita de Bugs Bunny por allí, un ojito del Pato Lucas por allá.
Hasta el punto que ya no se sepa a ciencia cierta si son los personajes de Looney Tunes o Simba en el Rey León.
¡Esto es todo amigos!
Hasta el punto que ya no se sepa a ciencia cierta si son los personajes de Looney Tunes o Simba en el Rey León.
¡Esto es todo amigos!
Nota: agradezco a LasMilvidas que me preste "su casa" pero es mi opinión y, en ningún caso, vinculante con el autor de este maravilloso blog.

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