Esta semana conviene estar ORGULLOSO. Y satisfecho también, claro que sí. Ambas cosas a pesar de que el nuevo Ilustrísimo Ayuntamiento de Madrid haya decidido colocar la bandera multicolor en un lateral de su fachada presidida por una rojigualda de tamaño considerable. Más grande que la anterior. Burro grande, era de esperar.
Fuente: 20 Minutos
Entre las anécdotas más comentadas en entornos intergeneracionales,
se encuentra aquella en la que un adorable niño o niña le pregunta a su abuela
o abuelo: ¿Cuándo tú eras pequeñx la vida era en blanco y negro? Algo que suele
suceder inmediatamente después de ver fotos en las que los yayos todavía
vestían pichis y cosas así. Por suerte, eso pronto dejará de suceder y los nietos
estarán más interesados por saber cuántos followers llegó a tener su abuelo/a
en Instagram.
Sí, definitivamente, era así. Pero no solo en la práctica,
también en la teoría. Épocas en las que existían poco más que dos colores. Uno para
hombres y otro para mujeres. Nosotras nos quedamos con el negro por eso de que
estiliza más y va bien con todo. Bastante con que teníamos uno propio, no
podemos quejarnos.
Eso tenía su irremediable consecuencia: no se apreciaban otras
tonalidades. Como mucho el verde aceituna de los Guardias Civiles pero eso es
otro cantar. O, bueno, los curas también podían considerarse parte del negro,
claro.
La no existencia de más colores, irremediablemente, hace que
sea imposible vislumbrar seres diferentes al tuyo propio. Y, qué queréis que os
diga, eso es una pena. Pena no solo por el resto a los que su falta de color
establecido termina por hacerles invisibles; más pena por quienes no son
capaces de disfrutar de un amarillo paja, ultravioleta o living Coral (por
cierto, color del año).
Con las nuevas irrupciones políticas (ejem, ejem), muchos
nos hemos vuelto muy progres. El discurso empieza bien. Si a mí me parece estupendo
que se junten entre ellos. Que cada uno haga lo que quiera. Hasta que empieza
a torcerse. Son muy buenas personas. Y termina por irse al carajo. El
más delgadito tiene que ser el que hace de mujer.
Y es que, profesar y formar parte de una sociedad
tradicional y familiar hasta la médula tiene esas cosas. Que, en la mayoría de
los casos, se quiere pero no se puede. Poco a poco hemos avanzado en simpatía
hacía personas perseguidas, ninguneadas y ultrajadas sin razón alguna. Pero mientras
sea el vecino quien remoja sus barbas, tu mujer la que prepara la cena y tus
hijos quienes se echen novias guapas y lozanas con las que pasar por el altar.
Y yo me pregunto: ¿desde dónde se cierran los armarios? Desde
fuera, no cabe duda. Y, ¿quién es capaz de abrir el candado? Los de fuera,
claro. Pues ni rastro de llaves, materile, lire, lire. Las tendrán otros, yo
paso. Miro para otro lado. O peor: miro pero con pena de ver como a la Loli y
al Paco, el hijo les ha salido mariquita. Aunque, yo lo tolero, me hace mucha gracia
su forma de andar. ¡Qué salaó!
Saber está muy bien y los ríos de España son muchos y muy
variados. Pero, seamos honestos, a mis treinta y pocos como para acordarme de
si el Sil era afluente del Miño o del Duero. Si los críos en la escuela
aprendieran a distinguir entre identidad de género o la orientación sexual, por ejemplo, quizá evitaríamos adjetivos como “marimacho”, “mariposón”, “reconvertido” o, lo
que es peor, “confundido”.
Lo que está claro es que para unos, estos días, Madrid se
llena de mierda y descocados. Sobra decir que los heteros somos todos limpísimos
y ejemplares. La traición a Madrid Central es buena prueba de ello. Para otros
supone el ingreso más importante del año en sus castizas tiendas. Porque, el
dinero si que no entiende de géneros u orientaciones, vale igual venga de la
mano que venga. Tanto si lleva unas de gel con purpurina o manicura francesa.
No todo son plumas y brilli-brilli (aunque, también)
Cuando llega el turno de hablar de moda, a buen seguro mucho
de vosotros estáis esperando el análisis
de los estilismos propios de gays, lesbianas, travestis, transexuales. Y echarnos
unas buenas risas. Pues mira, no. Vamos a destacar prendas que no enfatizan el estereotipo,
sino que, precisamente, hacen posible que todos nos sumemos a la causa sea cual
sea nuestra condición, sexo, orientación. Cambio de perspectiva. Porque, sí, el
Día del Orgullo a vida más allá de la pluma, el cuero y la propia desnudez.
Converse multicolor
Bien, como sabrás, ahora lo que lo peta son las Converse blancas de toda la vida de Dios incorporando la plataforma como novedad. Yo tengo mi teoría y es que las instagramers, en general, tienden a ser achaparraditas y esta nueva adquisición les permite ganar centímetros vistiendo deportivas. Pero suposiciones aparte, la toda poderosa Miley Cyrus (criatura de gran talla, a las pruebas me remito) colabora con la marca en estos nuevos diseños que, además, destinarán sus beneficios a apoyar a la comunidad joven LGTBI.
Burberry
Ay, ay, que con plena ola de calor encima, arranco a sudar solo con ver a las
muchachas con los plumas y abrigos de pelo. Pero es que son para morir de amor.
Imaginaos con alguno de los modelos paseando por las calles en un día gris y
lluvioso. Junior, tu conductor de Cabify, no tendrá que preguntarte si
eres su cliente antes de decirte que en las puertas tienes agua por si te apetece.
H&M
La cadena sueca siempre ha ido un paso por delante en
aprovechar las ocasiones y esta no iba a ser menos. Ya hizo una colección especial
el año pasado y este año repite con varias prendas inspiradas en el movimiento “arco
iris” bajo una declaración de intenciones: Love for All. Yo ya he fichado el crop
top. Póntelo o pónselo. Eso siempre.
¡Feliz Orgullo! No importa a quién pero ¡AMA!
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¡Cuánto tiempo sin leerlos! Se os echaba de menos
ResponderEliminarGracias Julián! En mi caso he vuelto precisamente por lo mismo; os echaba de menos a vosotrxs!
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