Original viene
a significar genuino. Único. Distintivo de personalidad. La huella que dejas al
caminar sin necesidad de que el firme esté mojado. Eso que Miley Cyrus no ha
llegado a encontrar.
No basta con mandar a freir espárragos a la princesa producto Disney que te ha dado la fama para convertirte en una pequeña idolatra de la provocación obscena inculcada en bares de carretera. Pero puede que el león no sea tan fiero como lo pintan. Mucho liriri y poco lerere. La sobreactuación es, también, sobresaliente y, a buen seguro, detrás de la gran lengua húmeda de Miley, siga escondiéndose la niña mofletuda de grandes ojos azules que un día fue. Su meta es la excitación del personal que la contempla subida en pelotas a una bola de destrucción. Pero, sinceramente, a mí no me pone. Y nada tiene que ver mi condición heterosexual, se distinguir y, lo más importante, apreciar a una buena hembra y en su caso, simplemente, no me lo parece. Más bien me da pena. En sus vídeos, juega a los médicos con ositos de peluche sin darse cuenta de que la verdadera muñeca en esta historia es ella misma. Los que más la quieren se han encargado de ser, también, los encargados de arrancarle los girones de la piel de Hanna Montana para transformarla en un producto made in Madona. Sin duda, se han llevado carne de más hasta dejarla esmirriada, famélica, cambiando las curvas por las líneas rectas. Así, el camino es más directo. Con lo que visten las curvas y, más encima de un escenario. Jennifer López, Beyoncé, Kate Perry, Rihanna. Creo que a estas cuatro no les pilla de nuevas.
Su brinco fuera
de la casilla de la inocencia fue de récord. Enfundada en un bikini de látex,
su polémica actuación en los MTV Adwards 2013 la catapultó al estrellato de la
osadía. Y desde entonces, se ha venido arriba. Un estado de euforia perfecto
necesita cómplices sustancias. Si eres de los de “pues yo me lo paso la mar de bien sin necesidad
de nada”. No te lo crees ni tú. Puede que te lo pases mucho mejor al día
siguiente mientras que tu compañero de farra representa un despreciable despojo
humano pero, en el día del saraó en
cuestión, no tienes nada que hacer, majo. Miley es experta en estos menesteres y, en momento de
necesidad, se fuma hasta las camelias plantadas en el balcón de su pisito de
Los Ángeles. Y no se esconde, es consumo propio. No contenta, contentísima, con
su actuación guarrona en los originales MTV se viene a Europa y sigue situando
el listón a buena altura y lo traspasa sin problema a estilo Fosbury
encendiéndose un peta.
Miley cariño,
no eres la primera. Antes que tú hemos visto las provocaciones y encantos de
muchas otras. Aprovecha tu momento porque no durará para siempre. Recréate en
las que hicieron lo mismo que tú en los años 90. En las MilVidas, tiempo pasado
siempre fue mejor. ¿O no?
Christina empezó
siendo una Barbie Malibú y, ahora, se ha convertido en una muñeca pepona. Qué
derroteros tan crueles toma el destino. A buen seguro, nadie presagiaba este
golpe directo al mentón. Quien podría esperarse este final cuando podía verse a
la menuda rubia subida en un ring exhibiéndose a lo Dirty. Christina lo ha
hecho bien, como la opinión pública espera, se ha tragado su ego y, de paso,15 kg de pasteles.
Es muy complicado hablar de Britney. Lo tuvo, lo tiene y lo tendrá todo pero nunca será suficiente. A la reina del pop se le cae la corona, a menudo, en sus múltiples salidas nocturnas. Y diurnas. Britney no se ha tragado su ego, más bien se lo ha bebido. No nos engañemos, el alcohol engorda un huevo.
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Ole!
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