Veranillo de San MIguel? Anda... pilla una rebequita... (by Melgui Fresh)


Por el veranillo de San Miguel están los frutos como la miel. Arriba el veranillo del membrillo. Que levante la mano quién haya hecho el cambio de armario. Pues sí, parece que sois unos cuantos. Pringados. ¡Qué calorcito! Aun así, se aconseja consultar con el hombre del tiempo antes de decidir atuendo. Maldonado no cuenta. A pesar de tener doscientos años, el tío no se cansa de equivocarse una y otra vez. Luego dicen que la experiencia es un grado. Pues no deben ser centígrados. 

J.A. Maldonado dibujado por Salvador Larroca en Iron Man 523

Pero San Miguel es un sólo día y los siete de la semana muchos son. Pronto llegará la bajada de temperaturas definitiva y, con ella, la morriña por despelotarse. La lluvia, por el contrario, despierta la depresión medicada. Que sí, que sí; que todos estamos encantados con que llueva. Pero en el norte, mientras trabajamos, cuando no estamos de vacaciones o de noche. Y luego está la cuestión de la luz. Dicen los expertos que la de otoño es, simplemente, espectacular. Pues como si fuera de un flexo, oye. Para lo único que sirve es para alumbrar el recuerdo de nuestro cuerpo en pelotas bañado por los rayos del sol de verano. Eso sí que es luz y lo demás son tonterías. Luego viene el cambio de hora que, a pesar de ser súper productivo porque dejas de gastar por la mañana para hacerlo por la noche, nadie entiende. Anda que no se nota en la factura. Una barbaridad, además.


Después de tantos meses enseñando las vergüenzas, cuesta taparse. Por eso, en el inicio de la estación otoñera resulta tan habitual la combinación de paraguas-sandalias. Si es que hasta rima y todo. Menudo constipado más tonto, ¡qué tiempo más traicionero! Traición la tuya, pero al sentido común. Si hace frío, hace frío. No busques ni pies de gatos ni a lo mejores. Me pongo un fular y listo, lo importante es protegerse el cuello. Hombre, lo saben los chinos. Y sus primos los esquimales, también. Por eso tan habitual ver a uno paseándose por Groenlandia en pelota picada, eso sí: con un pañuelito anudado al gaznate. No saben lo que es Frenadol.


Qué tiempos aquellos en los que la queja unánime era provocada por el calor sofocante. Si es que ya no sé que más quitarme. Me voy a tener que quedar en cueros o en pelotas como Miguel en su playa nudista. Ja..,ja..,ja… Madre mía.

No hay que negar que el cambio a la estación “templada” tiene su gracia. En invierno vamos todos abrigados hasta las orejas, en verano despelotados enseñando chicha. En los intermedios, a nuestra bola. Botas de media caña. De alta. Sandalias, botines, chanclas. Náuticos de lona pero, también, de piel. Tirantes, manga corta, manga larga. Chaquetas vaqueras, de cuero o blazers. Los hay hasta los que se atreven con abrigos. Pantalón largo. Pantalón corto. Y minifalda, hasta la rodilla o larga. 

En los 90, eso no pasaba. Ni cambio climático ni leches. Muy simple: en nuestro armario había lo justo. Lo de siempre, cuatro cositas y marchando. ¿Temporadas? Me descojono.

En nuestros días, hemos encontrado la solución. Bata. Manta. Batamanta.



¿Tienes frío, eh perra? Pues ¡abracadabra tápate guarra! La batamanta es la solución perfecta para los cambios de estación. Llevo años buscando fallos a este invento propio de una mente privilegiada y es imposible. Es, simplemente, perfecto. De hecho, lo propio sería que en estos días de indecisión por meteorología cambiante, se pusieran a disposición de los ciudadanos como si de un servicio público se tratase.





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