Se
dice, se comenta que toda niña sueña con encontrar a su príncipe azul. Yo sé de
buena tinta que hay otras que se contentan con un “santo”.
A Sara le gustaba el deporte desde que tenía
uso de razón. O eso decía ella. Su pasión estaba por encima de los pequeños
detalles y, aunque aseguraba que no había cosa que más le gustara en el mundo, no era lo que
puede considerarse una experta. A pesar de ello, llegó hasta lo más alto y, fue
entonces, cuando el castillo de naipes comenzó a desmoronarse y destapó que
igual sí que hacía falta un poquito más de preparación. A veces, la ilusión no
es suficiente. Si encima, levantas el plumero, y tampoco encuentras mucho
entusiasmo, el golpe puede ser terrible.
Que confundas el nombre de algún jugador o que
no tengas del todo claro en qué consiste el fuera de juego o la función de un safety car puede pasar. Ahora, que le
preguntes al de Fuentealbilla si le hubiera gustado tirar un penalti y te
conteste: “de hecho, he tirado el segundo” en la tanda que te lleva a la final
de una Eurocopa, es demasiado. En ese momento, Sara cogió su tabla de surf y
comenzó a descender lentamente desde la cresta de ola a la que llegó con el
beso que hizo suspirar a todas las españolas solo dos años antes.
Pero, durante ese tiempo, hizo mucho más que
eso, se convirtió en una auténtica it
girl acaparando todas las portadas de revista. La noticia estaba en cómo se
vestía Sara para ir a la compra, para pasar un fin de semana campestre, para ir
a una fiesta, para un día de playa. Sport, casual, coctel, largo. La tarea fue
sencilla: bastaba con echar un vistazo a los escaparates rollito Inditex y
hacerlo propio. Todas querían ver qué se ponía para cada ocasión y sus looks
dieron la vuelta al mundo acompañando a los ojos verdes que le habían hecho
saltar a la fama. Y, claro, como no podía ser de otra forma se vino arriba y se
enfundó en el papel que el pueblo le había otorgado. Eso sí, sin agradecimiento
alguno.
Así que resultó que, a nuestra Sara, lo que le
gusta de verdad son los trapos. Y, ahora, después de su destierro a tierras lusas
en las que ha pasado más pena que gloria, vuelve a las pantallas con su
verdadera pasión. ¡Pues menos mal! La terraza desde la que hace sus apariciones
estelares debe estar cerca de unos cuántos cubos de basura. O espera, puede que
la cara de asquete sea de serie. Va a ser eso.
Puede que muchos la vean guapa, incluso
guapísima, pero me extraña que alguien pueda pensar que es una chica simpática.
Eso no. Tendrá un pelo Pantene, mirará la hora en su Lotus, presumirá de
pedicura con sus Ipanema, comerá el mejor chocolate Valor y lucirá palmito en
ropa interior de Women´secret. Sin duda es una chica de anuncio pero lo que se dice agradable no es.
Pero bajemos de los cerros de Úbeda, Sara no
tiene mucha gracia pero su programa menos aún. Antes, tapaba su falta de
carisma con un buen saco de informaciones “de pelotas” o la “chispa” del coche
de Alonso entrando en boxes. Ahora, resulta que en su medio no se mueve como
pez en el agua. Será porque ni siquiera se ha molestado en mojarse los pies. Asiste
al elenco de estilistas en la lejanía y desde lo alto. ¿Qué esté en una terraza
será casualidad? No creo porque, en su
vocabulario, las palabras cercanía, naturalidad y frescura no tienen sitio en
el armario.
En la promo, Sara anunció que su programa es
un referente incluso sin que aún se hubiera estrenado. Pues después de los
primeros días de emisión, la sabia audiencia dice que no lo es tanto. Tanto es así, que la misma cadena que, en su día, puso un cheque en blanco sobre su mano, ha decidido completar la parrilla de Divinity con este talent show. A ver si a nuestra querida Sara toma ejemplo y si pone a cazar mariposas.
Basta con ver el estilismo que ha elegido
para la cabecera de su programa “referente” para darse cuenta de que habrá poco
espacio para la originalidad. Si cree que la sinergia faldita de vuelo nude + chupa de cuero negra va a dejar a
alguien con la boca abierta, me temo que se equivoca. Igual en los años 20, a
Coco Chanel le hubiera parecido algo revolucionario pero, a estas alturas, lo tiene
difícil. De los que la acompañan, sinceramente, prefiero no hablar porque mucho me temo que merecen otra entrada por sí solos. Es muy posible que la chiquita de rojo tenga una tarjeta de fidelización del freshka.
Por cierto, una última cosa, sabemos que su
pelo ha sido una de las catapultas a la fama pero es hora de cerrar este
glorioso capítulo...
¡Gracias Sara!
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Bienvenida de nuevo querida. Para la próxima ¿Pilar Rubio? porfa porfa porfa...
ResponderEliminarFabulosa entrada!!!! Estoy deseando leer la siguiente!
ResponderEliminarVaya cera le has dado, muy buen texto.
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