La carrera ha
sido larga. 39 años son muchos aún cantados en forma de bolero. Los obstáculos
han sido demasiados desde el principio y, eso, pasa factura. O fractura. Eso sí, al menos, el dorsal le ha salido gratis. Ha costado llegar al fin de
una pieza. Ahora tiene varias con las que antes no contaba. Se llega desfallecido y con más implantes que satisfacciones. Con suerte
ha conseguido cruzar. Podía haber tropezado, no sería la primera vez, una de tantas. Se tambalea constantemente. A pesar de sus repetidos trompicones el que le ha hecho caer de bruces frente a la masa popular ha sido el orgullo. Eso que duele de verdad.
La salida será mucho más recordada que la llegada. La primera estuvo llena de liderazgo, compromiso, esperanza y libertad. La meta ha sido previsible, agónica, necesaria y tardía. Retirarse a tiempo es una victoria hacerlo después un auténtico fracaso. ¿Qué más tenía que pasar? Un mal menor si la bolsa con toda la confianza perdida por uno mismo se le encasqueta a la espalda de otro. Pero eso ya no sirve, hemos cambiado. Evolucionamos. No me impresiona especialmente que Felipe VI sea el “Rey Preparado”, hoy, las colas del INEM están llenas de jóvenes altamente cualificados que sellan su cartilla cada tres meses desde los últimos cinco años. Estar preparado ya no es suficiente. Sospecho que, en su caso, ha tirado de contactos. Eso sí que te ayuda. La confianza es otro extra para conseguir curro en los tiempos que corren. Sin embargo, tengo mis dudas de que de eso le sobre tanto como vatios en la corriente de su enchufe. Como a su progenitor, nos lo ofrecen sentado en su trono con cetro y corona atornillada. Y sin llave inglesa. Son lentejas. Mira que soy de buen comer pero, mira tú, que esa tipología de legumbre no me ha llegado a convencer nunca. Se las dejo a la familia real que como a uno de ellos Italia le vio nacer igual las comen en Nochevieja regadas con Vega Sicilia.
Creo que Juan Carlos (ya podemos tutearle) no esperaba este final para su reinado. Le han sobrado los últimos cinco años. El yerno deportista ha sido la catarata que ha colmado el vaso. Lo bueno es que del otro ya no se acuerda nadie. Es difícil escapar de la sociedad de la información. Te termina por comer. De eso su nuera sabe bastante, aunque ella ha conseguido dar el bocado a la inversa, será porque conoce al monstruo desde sus entrañas. Muy pocos escapan de las habladurías. Muy importante tienes que ser. Por lo menos, de la realeza. Y, ahora, ya ni con esas.
Los que abogan por la permanencia de la monarquía recurren al argumento de la importante labor de la Casa Real en cuestiones de imagen fuera de nuestras fronteras. El rey destronado ha sido el mejor embajador y relaciones públicas de nuestra dignificada nación. Puede que no se equivoquen, pero no hemos sido testigos directos. No tenemos por costumbre estar presentes en las reuniones de magnates internacionales envueltos en humo de Habano. Lo que sí que hemos visto es a Nadal acumulando éxitos con su raqueta por doquier en las mejores pistas del mundo y a Antonio Banderas promocionando el jamón ibérico en el mismísimo Hollywood agarrado al brazo tatuado de su Melanie Griffit. Puede ser que otros prefiramos otro tipo de representantes, Rafa y Antonio también son muy campechanos.
España es de los españoles, o eso nos han vendido. Así que, señores, dejen que el pueblo hable y muestre con sus votos el cariño que se le presume a la familia real o a lo que queda de ella. Si, por el contrario, el amor profesado no es tanto como el que parece que los Borbones hagan sus maletas dignamente y demuestren su alto grado de preparación fuera de La Zarzuela. Con el resto, codo a codo. Al lado de su pueblo, desde donde mejor se ven las cosas.
Con vuestro permiso, hoy no veo la
vida de color de rosa, me la imagino en rojo, amarillo y morado.
Me llena de
orgullo y satisfacción recuperar una instantánea del día de la boda de los antiguos
monarcas. Desde entonces no han vuelto a tener roce, más bien
escaso. Tres hijos y poco más. Amigos, seguro que era algo que ya sabíais pero,
sí, el rey, por esos tiempos, tenía el rostro enmarcado por un sola ceja. Un
rasgo que no entiende de clases y que igual aparece en la faz de un príncipe de
sangre azul que en un tractorista de Tomelloso. Juan Carlos fue todo un
visionario, cómo si no se explica el fenómeno pin de los 80’s. Entre tanta
condecoración, incluso la prolongada ceja pasa desapercibida. No me quiero
imaginar como se quedaría la casaca en cuestión tras la puesta.
Una cosa está clara: a Sofía le salió barata la tela. Puede que fuera
víctima de caer en la excusa de “ya para lo queda, dámelo todo, mujer” y
terminó llevándose 50 metros. La modista debió alucinar ante tal gesta.
El pichi era un must en los años 70’s y Sofí lo sabía. Como la tela la tenía por
castigo, opto por un diseño en dos piezas de chaleco y falda no sólo para ella sino
también para sus dos niñas. Gracias a Dios, la señora se quedó sin tela para
vestir a su esposo e hijo heredero al trono, aunque Don Juan Carlos combina con
sus mujeres vistiendo tonos marrones. Felipe, era la nota discordante en la
estampa familiar. Lo tenía claro, de todos modos el pastel era suyo desde el principio
por muchos Felipe Juan Froilán de Todos los Santos que vinieran después.
Nuestra reina Letizia es fija en las secciones de moda de
las revistas de, también, nuestro país. Aunque es sus inicios fueron muchas las
críticas, lo cierto es que a medida que han pasado los años su estilo ha sido
cada vez más aplaudido y reseñado. No es que pueda considerársela un it girl por puras cuestiones de
protocolo pero su estilo sobrio y oportuno es un referente copiado en los mejores escenarios.
Elegante y sofisticada con toque casual. Algo así podría definirla. Pero lo que
de verdad destaca en esta imagen es la amplia gama de estampados por metro
cuadrado. Tendréis cosas mejor que hacer, pero durante el telediario de TVE ,
por ejemplo, siempre hay un hueco. ¿Cuántos colores eres capaz de distinguir? ¿Y
formas? Por qué quedarte con uno cuando puedes llevarlos todos, así los que te
faltan a ti los tiene la de al lado y ¡todos contentos! Felipe sigue yendo por
libre.
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Si la Casa Real tuviera una mínima idea de imagen, la última foto no se produce. Con tanto pin, no me había dado cuenta de la única ceja del ex-rey, y esas cosas a mí no se me pasan. Igual fue la censura de la época, que como no había photoshop ni huevos para hacerle las cejas al rey, le pidieron una chaqueta a Paco Clavel para la boda.
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