Dios, perdóname porque he pecado (By Melgui Fresh)


Dios, perdóname porque he pecado, look total party

Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?


Pues venga, yo misma. Que en Jueves Santo, es muy importante ser un buen samaritano y todo buen gesto con el prójimo representa un motivo de orgullo. Así que voz popular, me dirijo ahora a ti, ¿cuánto de alto está el susodicho? ¿Te vale con una de tres peldaños o tiramos con la de cinco, mi arma? Y que no te falte de ná. Que no tengo muy claro que instrumental tengo yo en la caja de herramientas pero seguro que con algo nos apañamos para sacar esos clavos. ¿Tu Jesús dónde los tiene, en la muñeca o en la palma de la mano? 

Redimir mi culpa quiero y ocultarme tras una mantilla porque, así, si  no brotan las lágrimas oportunas nadie se dará cuenta. También portaré un cirio. Blanco. Puro. Mis pecados no son muchos. Los corrientes. Ni en eso destaco. Pero como hace un buen cristiano, haré un cuantioso desembolso de confesiones que me ayude a sentirme en paz. Porque lo que verdaderamente importa en la penitencia, es lo lleno que esté tu monedero de arrepentimientos. Elogiaré y aplaudiré a los muñecos de madera que en estos días cobran vida gracias al sudor, esfuerzo y dolor de los geppettos que bajo sus pies soportan un pedestal repleto de suntuosas flores y luces.

Las imágenes visten su mejores galas y abandonan su Iglesia para tomar un baño de gentes que sirva para lavar su imagen. Se mueven al son de los tambores y las trompetillas que con ímpetu tocan soldaditos vestidos de sobrios negro y blanco concentrados en no perder el compás que le marcan los bordados de oro y los estandartes de terciopelo. Porrom pom, pom, pom, Porrom, pom, pom, pom. Tiiiiiiiin, tin, tin, tin, tintitin. Nazarenos de todos los tamaños acompañan y marcan el paso. Las puntas de sus cucuruchos apuntan al cielo y algunos deben arrepentirse de mucho porque van descalzos.Otros asoman por debajo del hábito zapatillas Nike o castellanos de piel de Ubrique y se arrepienten, pero menos. Bajo la caperuza esconden su expresión. Son los payasos del cortejo maquillando su devoción. Los hay de tantos colores que, sin quererlo, parecen preservativos de sabores esperando la lluvia divina. Fresa, chocolate, mora.

Y natural, para los más tradicionales que prefieren no arriesgar. Desde los balcones les lanzan quejidos que balancean las cruces pendientes del cordel que rodea sus cinturas. A estos sí se les ve la cara rebosante de sentimiento y se les cae aquel puñado de lágrimas que quisieron derramar en otras ocasiones pero que no encontraron momento. 

También lloran las madres que, desesperadas, lanzan a sus hijos al aire para así poder llegar a los brazos de los que van en procesión con la esperanza de que lleguen a tocar la talla y conseguir su bendición. Son madres sufridoras. Las mismas que temen que su hijos sufran una herida mortal jugando al balón en la plaza y para evitarlo les visten con mocasines, calcetines con borlas hasta las rodillas, camisa y un gran lazo de terciopelo. Si eres niño y, aun así, quieres llevar lazo, estas madres ahogarían su alma en un lamento infinito porque su pobre niño está enfermo.




Y el paseado vuelve a sus aposentos y aquí paz y después gloria. Y los hombres vuelven al bar a ahogar sus penas en alcohol y las mujeres a casa con los niños a limpiarse los chorretones negro azabache que el rímel ha dejado en sus mejillas felices porque han podido sacar su devoción a pasear con orgullo y correa. La tradición se cumple y todos contentos, porque esto es un país de costumbres y los que estén fuera que se queden a las puertas junto con el que pide limosna porque en la Iglesia no hay sitio para todos. ¿O sí? ¡Qué grandes!


¿Cómo estaba la plaza? ¡Abarrotá! La multitud que llena las calles en las procesiones de Semana Santa es una marea pero no blanca. Aquí todo es color y la gente deja las batas, las pancartas y las protestas para ponerse sus mejores galas y recibir a sus maniquís como la ocasión merece. Si ellos van repletos de oro, nosotros también. Pero que no se den cuenta de que la alianza ya no la llevo. Me divorcié. Yo la empeñé.
La temperatura es secundaria, da igual que el de arriba llore y origine una tragedia porque el de dentro no puede salir, yo me visto igual, y si hay suerte y ocurre el efecto contrario, sudo y me empapo porque eso también es una señal de respeto.

Tanto si vives la Semana Santa como un fiel entusiasta de lo que representa su celebración como si la celebras pero a tu manera pimplando como un descosío o pegándote un viaje de aupa a costa de la Pasión de Cristo, no pierdas los básicos de nuestro ego-blog que te servirán para vestir como merecen estos días con un total look party. ¡Relájate y disfruta!

Castellanos ¡Los limpiabotas se pelearán por sacarles brillo!

Si lo tuyo no es la moda, puede que, hasta ahora, no supieras que existe una denominación para este tipo de calzado. Si este es tu caso, los conocerás como los zapatos de aspecto rancio que llevaba tu padre y que ahora marcan el paso de los pijeis que son íntegros y no necesitan esconder que lo son. Combinados con pantalón pesquero que deje ver el calcetín blanco te permitirán aguantar las largas horas de procesión gracias a su inigualable sistema de transpiración. Si los llevas con borlas, es que te sales. 

Traje de chaqueta ancho por arriba, estrecho por abajo

Qué época aquella en la que para ir elegante y señorial lo propio era vestir traje de chaqueta y falda sin que parecieras una azafata de vuelo o, peor, una dependienta del Corte Inglés con 30 años de experiencia a sus espaldas. No renuncies a desfilar en medio de la procesión como una auténtica señora y combina tu dos piezas con una camisa anchita, blanca, cuello terminado en picos XL y con algo parecido a chorreras. Lo oportuno en este look es que toda la tela que te falte abajo sobre en la parte de arriba. Culo sí, tetas no.

Nuestro consejo: Si consigues que los botones sean dorados a juego con tus abalorios, ¡serás lo más!


El cocodrilo

Los cocodrilos son de los más feos dentro del reino animal pero algún mérito tienen que tener porque paisanos de los dinosaurios eran y mira si hace tiempo de eso. Como longeva es la relación de la moda con este reptil. Sí, amigos, los polos Lacoste representan uno de los mayores must en nuestra generación y es que si nunca has llevado al cocodrilo en el pecho, siento decírtelo pero, simplemente, no eres nadie. 



"La moda es la manada; lo interesante es hacer lo que a uno le de la gana" 

Luis Buñuel



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